Imagina esta escena: abres la puerta del taxi y subes con prisa.
“Buenos días, tengo mucha prisa, al aeropuerto por favor con mucha prioridad”.
El taxi arranca a toda velocidad. Mientras el taxista conduce frenético mira el GPS y el móvil para encontrar la ruta más rápida, va adelantando coches, lleva una velocidad excesiva, demasiado arriesgada… Vas a ponerte el cinturón y… no lo encuentras. Te empieza a dar miedo la velocidad y, de repente, un coche de Policía arranca detrás de vosotros… os para y llegas tarde. Tanto riesgo y descontrol para al final no llegar al avión y acabar con una multa.
¿Qué tiene que ver esto con el riesgo tecnológico?
Todo.
Este ejemplo refleja una realidad común en los entornos empresariales actuales: cuando la velocidad y la eficiencia se imponen sin control ni supervisión, el resultado puede ser caótico o incluso desastroso.
¿Qué es el riesgo tecnológico y por qué es clave en la banca?
La banca tiene un papel fundamental hoy en día, el de gestionar los activos financieros de la sociedad. Claramente, todos los servicios financieros de nuestros clientes están fuertemente apalancados en la tecnología y por tanto, establecer los controles apropiados según las normativas para minimizar el riesgo tecnológico es crucial. Por eso, la banca es un sector fuertemente regulado y con una extensa supervisión.
Pero, ¿qué significa minimizar el riesgo tecnológico?
- Garantizar la integridad y disponibilidad de los datos de los clientes.
- Evitar disrupciones en los servicios digitales y presenciales.
- Blindar los sistemas para que los ciberataques no tengan impacto.
- Restaurar rápidamente los servicios online y presenciales ante incidentes.
- Garantizar una operación eficiente en una infraestructura y unas aplicaciones robustas.
¿Cómo lo aborda Banco Sabadell?
Para el equipo de Tecnología de Banco Sabadell y Sabadell Digital, la gestión del riesgo tecnológico es una prioridad estratégica. Para ello, se implementan controles específicos en todos los procesos tecnológicos, como:
- Desarrollo y cambios en aplicaciones.
- Operación de sistemas e infraestructuras.
- Gestión de incidencias y ciberseguridad.
Además, se monitorizan indicadores clave y se asegura el cumplimiento de las normativas bancarias para mantener el equilibrio entre eficiencia y control.
Conclusión: la potencia sin control no sirve de nada
La famosa frase del mundo automovilístico se aplica perfectamente aquí:
“La potencia sin control no sirve de nada.”
En un contexto digital y regulado como la banca, la innovación no puede ir desligada de la responsabilidad. Por eso, gestionar adecuadamente el riesgo tecnológico no solo evita errores: es la base para construir confianza, continuidad y solidez en el tiempo.